dilluns, 3 de desembre del 2007

Candel, de una pieza








JOSEP MARIA Espinàs
La teoría personalista dice que, en situaciones difíciles, a menudo aparece un hombre --quizá algún día será ya una mujer-- capaz de abrir un camino de superación y salvar el desastre. Puede haber una inspiración individual, pero yo creo que también existe una energía social que, en un momento concreto, provoca la aparición del personaje que lidera el enfrentamiento con un problema. En los 60, Catalunya sufría, bajo el franquismo, la amenaza de la pérdida de identidad. Y fue Francesc Candel quien, en su ámbito, encarnó una visión constructiva de la relación entre los catalanes de nacimiento y los "otros catalanes".Los que ya somos ancianos fuimos testigos directos del efecto Candel, que no fue un gesto momentáneo, sino la consecuencia de una convicción profunda y sostenida. Desde las páginas de Destino, tuve el privilegio de ser el primero, creo, de hablar del también primer libro de Candel. No creo que esto motivara el afecto que me demostró a lo largo de los años, porque lo cierto es que Candel era persona de buenos sentimientos para todos. La bondad personal no es un valor que haya que tenerse en cuenta en el mercado literario, pero parece, hoy, que disminuimos la calidad de un escritor si le atribuimos buena fe, carácter abierto, respeto a los demás.Hace unos días vi en el Canal 33 la reemisión de la entrevista que yo le había hecho en 1994, cuando aún se creía que una conversación de una hora, llena de matices, podía interesar a determinados espectadores. Vi en la pantalla a un Candel de una impresionante coherencia, con detalles irónicos y con capacidad de enternecerse. Y cuando habló de sus libros no hizo ninguna declaración pretenciosa. Decía que se limitaba a hablar de la gente que él conocía --y con la que vivía-- en las Cases Barates, Can Tunis, la Zona Franca...Y así nos ha dejado el retrato de un tiempo, un territorio y una gente que se asocia con la obra de algunos escritores norteamericanos o suramericanos. Pero Candel tenía el inconveniente de ser de aquí, y aún no se ha hecho --y creo que tendría que hacerse-- una antología de los personajes que ha retratado con un lenguaje lleno de color y una vivacidad narrativa excepcionales. Personajes a menudo pintorescos, pero llenos de verdad. Que él sabía mirar con humor y profunda piedad. Candel sabía cómo quería escribir y cómo quería vivir: con independencia.Independencia literaria e independencia personal. Pero una independencia al servicio de la comunidad catalana.